55 Años de Profesión

ULTIMO TRAMO
Ha sido un largo recorrido, lleno de maravillosas experiencias.
No dejemos que se pierdan en el camino.
Este Blog invita a cada uno de los compañeros de la Generación 1967 a contar su historia y compartirla con el resto.

Felipe Cabello: Algunas reflexiones sobre mi educación médica y algunas de sus proyecciones, a los cincuenta años de nuestra graduación.

Historia y Casualidad

San Felipe, 2017


Como dice el filósofo francés Jacques Derrida “En la Universidad uno estudia a menudo sin esperar un resultado inmediato. Se estudia e investiga solamente por estudiar e investigar. También se intenta hacer estas actividades por curiosidad y sin una utilidad práctica urgente. Tal vez es lo más cercano a jugar que existe y la Universidad pareciera ser el único lugar en la sociedad donde el juego es posible con tanta libertad.” Creo que estos juicios de J. Derrida corresponden en parte al sentimiento que guardo respecto de mis años de estudiante en la Escuela de Medicina, los cuales con una mirada retrospectiva de 50 años, los veo repletos de momentos estimulantes y satisfactorios, que recuerdo con cierta nostalgia. Estas impresiones que guardo con estima se deben en parte importante a la calidad humana del grupo de compañeros amigos a quienes tuve la suerte de conocer y con quienes compartí en la Escuela, a mis profesores y a sus ayudantes y a un ambiente en general intelectualmente interesante y atractivo. Respecto del grupo de compañeros cercanos, no solo los recuerdo a ellos con emoción, sino que también a sus familiares, incluyendo padres, hermanos, primos y amigos y también a la ayuda doméstica, ya que todos ellos, de alguna manera pasaron a formar parte de un universo acogedor durante esos siete años y sobre los cuales podría explayarme largamente con agradecimiento y cariño. Estos recordados grupos familiares incluyen los de Eduardo Atalah, Ernesto Behnke, Victoria Beresi, Juan Antonio Bocaz y Hernán Bruna, a los cuales les debo permanente y sincera hospitalidad y cálido entendimiento. Además, debería nombrar aquí la amistad de Manuel Oyarzún y de Aníbal Llanos y sus familias con quienes compartí tantos momentos inolvidables después de la Escuela en San Francisco, California, y a Pablo Sanhueza y sus tres mujeres, que nos ayudaron en gran forma a hacer una estadía de varios meses en Berlín Occidental muy placentera; todo esto en la década de los setenta (1970s). Ricardo Madrid y su familia en New York también nos hicieron la vida más placentera por muchos años. Sin embargo, es imposible hacer justicia a cada uno de Uds. ya que creo que les debo a todos momentos agradables y de buena convivencia. 
Para este recuerdo de nuestra graduación escogí concentrarme en parte en el profesor Gustavo Méndez Ochoa por varias razones personales, siendo la primera, que sus clases de Física Médica del año 1960, me facilitaron enormemente la introducción al mundo de la manipulación genética del ADN y de la resistencia bacteriana a antibióticos, temas que han ocupado mi quehacer profesional por más de cuarenta y cinco años. Catorce años después de haber recibido su enseñanza, tuve la satisfacción de aplicarla al estudio molecular del ADN de los factores de resistencia a antibióticos y usar en estos pioneros estudios las ultracentrífugas, las técnicas de ultra centrifugación y las unidades de medida de esta última, llamadas Svedbergs, descritas por él en sus clases matinales, en aquel inhóspito y frio auditorio de Profesor Zañartu. Lidiando ásperamente con el idioma inglés, el conocimiento impartido por el profesor Méndez facilitó en esa época y en arduas circunstancias, mi introducción a un campo de la ciencia que se me habría hecho incomprensible sin esta experiencia previa, razón por la cual permanezco siempre agradecido de sus enseñanzas. A través de mis años de profesión he desarrollado también un aprecio por la gente original e injustamente incomprendida, y si la memoria me es fiel, mantengo la impresión de que el profesor Méndez fue una persona incomprendida por nosotros el año 1960, y que este desamor y discordancia facilitó el hecho que fuéramos tal vez desgraciadamente e injustificadamente sus últimos alumnos en la Escuela. Tampoco creo ser el único beneficiario de su enseñanza, ya que las materias de sus clases eran imprescindibles para entender desde la bomba cardíaca hasta las imágenes radiológicas pasando por la radioterapia del cáncer. Sin embargo, la casualidad quiso tal vez que yo fuera el único que usara la ultra centrifugación de macromoléculas y el microscopio electrónico descritos por el con entusiasmo, como técnicas de uso diario en mi trabajo y de allí también mi parcialidad por su recuerdo. Como el profesor Méndez dice adecuadamente en su libro Física Médica de 1945, Considera el autor que el alumno que estudia ciencias médicas y biológicas necesita conocer las leyes físicas que rigen el funcionamiento del cuerpo humano, así como las de los instrumentos que el biólogo, fisiólogo o fisioterapeuta utilizan en el laboratorio y la clínica.”

Mis primeros trabajos en la caracterización molecular y funcional de los elementos genéticos llamados plásmidos, que son el sustrato material de los genes de resistencia antimicrobianos y en los que usara las técnicas descritas por el profesor Méndez en sus clases, me abrieron también las puertas al problema de salud pública representado por la resistencia a antimicrobianos. Esto me ha permitido en los últimos quince años preocuparme y trabajar en el problema del uso excesivo de antimicrobianos en la industria del salmón en las regiones patagónicas de Chile y de entender desde el punto de vista molecular y de salud pública sus repercusiones sobre la salud de la población chilena y del mundo y sobre el medio ambiente y además sobre la industria misma. El uso de antimicrobianos en esta industria constituye sin lugar a dudas una amenaza a la salud pública ya que hemos demostrado que selecciona bacterias resistentes en el entorno marino y que estas bacterias tienen el potencial de compartir estos genes de resistencia con patógenos de peces y humanos, porque ellos están localizados en estructuras genéticas trasmisibles de una bacteria a otra. Esta habilidad de los plasmidos de infectar a diferentes poblaciones bacterianas establece un continuo genético entre las bacterias de la biosfera e indica que el uso de antimicrobianos en cualquier lugar de ella tiene repercusiones negativas en toda ella, incluyendo en la flora bacteriana de animales y humanos. Este trabajo, me ha producido enormes satisfacciones personales, porque se ha llevado a cabo en Llanquihue y en Chiloé, regiones de las que provengo y donde se desarrollaran mi infancia y mi adolescencia de las que guardo muy gratos recuerdos. Estas actividades, me han permitido retribuir con este conocimiento a esta región y a sus habitantes por los felices momentos de mi infancia y de mi adolescencia y también pagar una deuda de gratitud con mis profesores de las escuelas públicas y del liceo donde estudié, cuyo serio trabajo y paciencia con mi educación fue fundamental para acceder a la Escuela de Medicina y continuar realizando actividades intelectuales a otro nivel de excelencia. Si bien es cierto que junto con mis colaboradores hemos publicado estos trabajos en revistas científicas de muy buen nivel, sus resultados discutidos en la prensa internacional (New York Times) y local (revista Que Pasa), me valieron ser tildado como “el enemigo número 1 de los salmoneros.” Lo cual demostraría a mi juicio que en Chile es aún peligroso trabajar en actividades científicas que describan la realidad en todas sus magníficas implicaciones objetivas, cualquiera sea el resultado final de sus conclusiones. 


Enemigo numero 1 


 En esta esta reflexión quisiera también manifestar que, a pesar de sentirme muy orgulloso de mi educación médica, existieron en ella además situaciones que a lo largo de los años me han producido vergüenza y arrepentimiento. Una de ellas es, la manera cruel con que tratábamos a los animales de experimentación durante nuestras prácticas de laboratorio, y cuya innecesaria brutalidad se me hicieran muy patentes en mis interacciones diarias, por más de diecisiete años con un gato regalón (adoptado), y que describiera en detalle en un artículo publicado en la Revista Médica de Chile el año 2013. “Meditación sobre la compleja relación entre medicina y animales: un responso para un gato fiel. Rev. Méd. Chile 141:1449-1455. 
            
Felipe Cabello C. (2013) Meditación sobre la compleja relación entre medicina y animales: un responso para un gato fiel. Rev. Méd. Chile 141:1449-1455. 

                                    
            
El paso por la Escuela de Medicina y mi carrera posterior también me han sensibilizado a otras situaciones, las cuales me han producido sorpresa e indignación, como lo fuera la conversión de las instalaciones del Instituto de Biología Juan Noé de Borgoño 1470 en un cuartel de la policía secreta de la dictadura y en un centro de tortura, de barbarie y de muerte. Los recuerdos predilectos que guardo de ese lugar, entre los cuales se mezclaban la aprensión producida por las actividades en química con el atractivo que tenían para mí la bioquímica y la microbiología y los momentos alegres y de camaradería pasados allí con todos Uds., se me hace imposible compatibilizarlos con el desgraciado destino final de aquel local, que lo encuentro una afrenta a la historia de nuestra educación y de nuestra Universidad. Las construcciones de Borgoño 1470, además de ser el templo del saber donde fuimos introducidos a las ciencias biomédicas, tenían en la arquitectura improvisada de sus innumerables anexos, repletos de estrechos pasillos, empinadas escaleras e intrincados cuartuchos, cierto encanto misterioso e infantil. El que para mí, esta  encantadora estructura, haya terminado en un cuartel de torturas donde innumerables compatriotas probablemente sufrieron innombrables tormentos y encontraran la muerte, y que fuera apodada siniestramente “El palacio de la risa”, constituye para mí una pesadilla que desafía la imaginación. La transformación trágica de este local, es a mi modo de ver, una condena irrebatible a la perversa malignidad y a la megalomanía psicopatológica y triste de los dirigentes de la sociedad chilena en aquella época obscura y también constituye un reproche severo a nuestro tolerante silencio. Silencio, que disimula sin un murmullo de desaprobación hasta el día de hoy, esta monstruosa y degradante metamorfosis de un santuario de nuestra educación y nuestro saber. En la reunión de este año (2017), también clarifiqué a través de varios relatos y conversaciones, que una fracción importante, de nuestros compañeros y compañeras habían sido objetos de persecución política y de detención en cárceles y campos de concentración durante la dictadura. Desearía manifestar aquí que jamás en los siete años de estudio vi en nadie de nuestro curso, hechos y actitudes que pudieran justificar estos violentos vejámenes y atropellos y quisiera manifestar también a los que los sufrieron, mis sentidas disculpas por los hechos mismos y por mi responsabilidad personal por el velo de silencio cómplice que ha caído sobre ellos.  

Borgoño 1470
Instituto de Seroterapia, Anexo Escuela de Medicina U. de Chile, “Casa de la Risa”




             Para terminar, espero su tolerancia y comprensión para estas breves reflexiones acerca de la aventura que comenzamos juntos en Febrero de 1960, y que tuviera un hito importante en Mayo de 1967. Creo que ellas manifiestan el orgullo crítico y agradecido que guardo hacia mi educación médica y para todos los que tomaron parte en ella, incluyendo a Uds. mis compañeros y amigos. 

            Agradezco a la Sra. Jessica Gallardo P. de la Biblioteca Central de la Facultad de Medicina, U.  de Chile su valiosa e infatigable colaboración con los materiales referentes al Profesor Méndez. 

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