55 Años de Profesión

ULTIMO TRAMO
Ha sido un largo recorrido, lleno de maravillosas experiencias.
No dejemos que se pierdan en el camino.
Este Blog invita a cada uno de los compañeros de la Generación 1967 a contar su historia y compartirla con el resto.

08 octubre 2019

El Profesor Victorino Farga C. por Felipe Cabello

Apreciado Cesar:
 Espero estés bien.
 Este último año que en que nos abandonaron Maria Luz Aguirre, Rodrigo Cassorla, Fernando Guijón, Sergio Iturriaga y Teófilo Jaciel también nos ha dejado un profesor con el cual varios de la Generación 67 tuvo relaciones académicas y de amistad y el cual dejo una gran impronta en nuestras vidas, en la U. de Chile  y en la medicina chilena, me refiero al Dr. Victorino Farga Cuesta.
Con el objeto de recordarlo te pediría si puedes subir a nuestro blog el texto adjunto que he escrito en su memoria. Una versión más breve de él se publicó en el Diario de la Radio de la U. de Chile ( https://radio.uchile.cl/2019/10/04/victorino-farga-un-etico-y-efectivo-revolucionario-medico/ ). Creo que a veces nos olvidamos que nuestra educación medica fue fruto de una comunidad,  en la cual nos encontrábamos junto a profesores, enfermeras, auxiliares, matronas, tecnólogos médicos, bibliotecarias, secretarias y tantos otros que nos ayudaron a llevar esos siete arduos años a buen  termino y a los cuales es necesario agradecer.
Un abrazo y gracias
Felipe   


El profesor Victorino Farga C.: un ético y efectivo revolucionario medico      
por Felipe Cabello C.

Escribir para recordar y rendir homenaje a un respetado y querido maestro y amigo, esta traspasado de peligros ya que el afecto puede hacer que los éxitos de su vida profesional y personales puedan ser amplificados innecesariamente, y lo que es también más peligroso que en el encomio de su vida y de su obra se ignoren el papel relevante que jugaron en sus laureles el apoyo de su familia, sus colaboradores y la época en que transcurrió su vida y su quehacer profesional. Con este previo esclarecimiento tratare de hacer una reseña muy personal y breve de la labor profesional del recientemente fallecido Maestro de la Medicina chilena Dr. Victorino Farga Cuesta y de su relevancia para la vida académica de la Facultad de Medicina, U. de Chile, para los adelantos de la práctica de la medicina en Chile y para la evolución hasta hace poco tiempo descendente de la tuberculosis en el país. Estuve entre los afortunados estudiantes que tuvo como profesor al Dr. Farga a mediados de los 1960 en el Hospital San Juan de Dios, Santiago y fue obvio desde mis primeras interacciones con él, que era un médico y un científico excepcional y que además unía a sus extraordinarias dotes clínico científicas y organizativas, características personales de gentileza y de un enorme respeto para los pacientes y para los colegas y estudiantes con los que se relacionaba en el ámbito universitario.
Terminado el curso de Tisiología continúe trabajando por un año y con remuneración bajo la dirección del Dr. Farga en el laboratorio de diagnóstico microbiológico de la tuberculosis en la calle Chacabuco, anexo a la clínica de Tisiología en calle Portales. Este trabajo en la compañía de Beatriz Allende y de Jose Zúñiga, me permitió aquilatar aún más la calidad médica y humana del Dr. Farga, estrechar lazos de amistad y la última conversación que tuve con el cómo alumno fue en la cafetería del Sanatorio El Peral del cual era director, ya que solicité su consejo respecto de qué camino seguir después de mi graduación para mi formación profesional.  A comienzos de los 70, Beatriz Allende me convido a asistir a reuniones en la casa del Dr. Farga en Ñuñoa para discutir aspectos de la epidemiologia de la tuberculosis y más tarde (71-72) yo lo convide a dar una charla al departamento de Microbiología de la Facultad,  en la cual demostró el rango de su intelecto ya que dio una presentación extremadamente lucida y actual acerca del empleo de la microbiología en el diagnóstico y tratamiento de la tuberculosis,  sorprendiendo positivamente a mis colegas microbiólogos . En esa época no cruzo nuestra imaginación que unos años más, estaríamos recibiéndolo en medio de una lluvia torrencial en el aeropuerto de San Francisco, California con Manuel Oyarzun, cuando después de su terrible experiencia en las cárceles de Pinochet decidió salir del país.
Nuestra convivencia de casi dos años con él en esa ciudad, junto con Manuel y su familia y además Anibal Llanos, me permitió apreciar su optimismo, elegante ironía y generosidad y estrechar definitivamente una amistad de 45 años que tuviera como trasfondo a París, a Nueva York y repetidamente a Santiago.
En la esfera de la docencia de la medicina, y específicamente de las enfermedades respiratorias y de la tuberculosis, era un placer y un estímulo ser un estudiante del Dr. Farga ya que al mismo tiempo que demostraba una deferencia delicada por los pacientes, aplicaba su racionalidad inquisitiva al concreto ejercicio diagnóstico, terminando a menudo revocando el diagnóstico de origen con que los enfermos venían a él, abriendo vistas inexploradas para las causas, la evolución y el tratamiento de sus enfermedades. Esta práctica médica y docente de gran originalidad, unía solida e imperceptiblemente a la ciencia médica más concreta con la ética más refinada, beneficiando a los pacientes al mismo tiempo que respetaba generosamente sus idiosincrasias. Ella además constituía una lección valiosa para los estudiantes respecto de las alturas humanitarias que puede alcanzar la medicina cuando su práctica une a la ciencia más exacta con un comportamiento profesional que respeta y se compenetra de las necesidades y de los derechos más íntimos de la persona que sufre. El Dr. Farga también introdujo novedosas técnicas docentes y de ellas recuerdo, por ejemplo, los exámenes de  preguntas con respuestas múltiples, que parecían determinar el conocimiento de los estudiantes mejor que la composición de largos ensayos. Estas propiedades de la actividad práctica médica y docente del Dr. Farga lo convertían en un acervo intelectual de la U. de Chile y sin lugar a dudas, aumentaban el prestigio y la proyección de su Escuela de Medicina en el entorno médico y en la sociedad chilena.
La influencia del trabajo del Dr. Farga y sus colaboradores para transformar la medicina chilena fue evidenciado también por la introducción de las mediciones instrumentales de la función respiratoria al diagnóstico clínico de las patologías pulmonares, por los primeros diagnósticos y tratamientos de la enfermedad bronquial obstructiva crónica, una enfermedad muy frecuente en Chile y hasta esa época ignorada en el país y por su magnífico trabajo de transmisión del conocimiento medico a través de la redacción de innumerables trabajos científicos y de difusión para estudiantes de medicina, profesionales de la salud y para el público en general. Esta actividad de difusión de la investigación y del conocimiento medico alcanzo su cúspide con la publicación del libro “Tuberculosis” junto al Dr. Jose A. Caminero, obra que desde su primera edición (va en su tercera edición, 2011) se convirtiera en el texto obligado de referencia sobre la tuberculosis en todos los países de habla hispánica, incluyendo España. Como yo lo dijera al revisar la tercera edición de este importante texto en el año 2012, “ … él fue fruto de su incansable labor docente y médica, en la cual ha trasmitido a generaciones de estudiantes su entusiasmo, disciplina, juicio clínico y científicos, necesarios para estudiar, manejar y controlar a la tuberculosis.” (Rev. Chil. Infect. 28:282, 2011).

Sin lugar a dudas, fue en la evolución de la tuberculosis en el país el área en que el trabajo del Dr. Farga y de sus colaboradores en la U. de Chile tuvo un tremendo impacto, ya que este se proyectó positivamente a todo el país y además al mundo y fue responsable del nombramiento del Dr. Farga a posiciones directivas en comités nacionales e internacionales de selectos expertos responsables de establecer normas para el control mundial de la tuberculosis. El examen histórico del número de casos de tuberculosis en Chile indica que la enfermedad comenzó a disminuir de manera importante en el país a mediados de los años 1940 probablemente como resultado de la elevación de los niveles de bienestar proporcionado por los gobiernos del Frente Popular, la ley de Medicina Preventiva impulsada por los profesores también de la U. de Chile Drs. E. Cruz Coke y J. Mardones Restart y la fundación de los sanatorios, para aislar a los pacientes con la enfermedad. El mismo examen indica que los casos de tuberculosis tuvieron una segunda fase descendente a fines de los años 1950 hasta aproximadamente el año 2010 y que en esta fase el tratamiento antimicrobiano de los enfermos y la pesquisa de sus contactos, propiciados persistentemente por el Dr. Farga y sus colaboradores tuvo un rol fundamental.

Las originales y noveles contribuciones del Dr. Farga y cols. en la prevención de la tuberculosis fueron múltiples y alcanzaron resonancia mundial e incluyen la administración observada de los medicamentos a los enfermos para evitar la aparición de resistencia al tratamiento y la introducción del laboratorio para el diagnóstico microbiológico de ella, para probar la eficacia del tratamiento y determinar la aparición de la resistencia y la contagiosidad de los enfermos. Lo notable y revolucionario de esta empresa estuvo a mi juicio en la síntesis que comprendió el uso de la clínica, del laboratorio, de los pacientes y de los epidemiólogos, enfermeras y asistentes sociales en un programa con sólidas bases científicas, cuyo foco era la erradicación de la tuberculosis en el país. La presencia del Servicio Nacional de Salud y sus epidemiólogos facilito la diseminación del programa a todo el país, suministro la base material además para realizar investigación de punta respecto de abreviados regímenes terapéuticos para la enfermedad y fue responsable del descenso de su frecuencia hasta el año 2010. Desgraciadamente desde aquel año la irresponsabilidad política de los gobiernos de esa época y hasta ahora, ha resultado en el desfinanciamiento y la degradación de este magnífico y efectivo programa de salud pública, con el resultado de que nuevamente la tuberculosis está aumentando en el país y además se está perdiendo un bagaje de experiencia fundamental para combatir la enfermedad en el futuro.

La fineza del carácter del Dr. Farga se apreció también en que hasta los últimos días de su vida pensó, a mi juicio equivocadamente, que se podía convencer racional y diplomáticamente a las autoridades sanitarias y políticas de turno, que la asfixia económica del programa de tuberculosis era una decisión científica y éticamente descabellada, ya que resultaba en el aumento de la enfermedad y la muerte producida por ella en el país. Como conocedor de la irrefutable excelencia profesional del Dr. Farga siempre he pensado que la Universidad de Chile, la profesión médica y el país, fueron mezquinos en reconocer sus trascendentales logros, ya que, a pesar de sus muchos honores nacionales e internacionales, no le fue otorgada ni la Medalla Juvenal Hernández, el Premio Nacional de Medicina o condecoración alguna del gobierno de Chile. Quisiera pensar que estas inexcusables omisiones se debieron a la innata modestia del Dr. Farga y a la ignorancia respecto de su obra y no al hecho, de que el emigrara a Chile de 12 años en 1939 en el Winnipeg y que el año 1974 fuera una víctima de la bárbara violencia contra la U. de Chile, y que por acusaciones egregiamente falsas tuviera que peregrinar obligadamente por meses y en condiciones subhumanas en Tejas Verdes, el Estadio Chile y la Cárcel Publica de Santiago. Termino parafraseando lo que alguien dijera respecto de Robert Koch, el descubridor de la causa bacteriana de la tuberculosis, y es que el Dr. Farga “siempre quiso aplicar su actividad profesional y su conocimiento a mejorar la salud pública en Chile y el mundo.”






















Felipe C. Cabello, MD
Professor
Department of Microbiology and Immunology,
New York Medical College,
Valhalla, NY 10595
Email:cabello@nymc.edu