55 Años de Profesión

ULTIMO TRAMO
Ha sido un largo recorrido, lleno de maravillosas experiencias.
No dejemos que se pierdan en el camino.
Este Blog invita a cada uno de los compañeros de la Generación 1967 a contar su historia y compartirla con el resto.

MI BIOGRAFIA por Luis Fernando Vera Sobrino

Mi Biografía

por Luis Fernando Vera Sobrino

He decidido escribir una biografía entretenida, y aunque factual, no es un recuento tradicional, ya que es imposible que una vida tan larga y movida como la mía se resuma en 100 o 300 palabras como sugirió el flaco Suarez.
Nací hace 74 años, un Sábado 17 de Octubre de 1942 a las 0330 de la mañana, en medio de la atroz 2a Guerra Mundial, que nos dio 17 millones de muertos y 5 millones de judíos exterminados en los campos de concentración.
Por suerte nací en Chile; con forceps ( por lo cabezón), aplicado por el Dr. Lizana en la Maternidad del Salvador en Providencia a mi pobre madre. Después de los berrinches habituales en brazos de mi padre pediatra, me dediqué a los pezones de mi madre los cuales no solté por 18 meses.
A los 4 meses tuve una diarrea espantosa, resultado de mi tía de 17 años, creyéndome fuerte para comenzar alimentos sólidos, me dio una sopa de lentejas en las pocas horas que la habían dejado a cargo mío y sin pecho materno. Esa tarde mi tía buscó un lugar apropiado para suicidarse en caso yo me muriera. Sobreviví y hoy mi tía goza de juveniles 91 años.

  A los 8 meses y en andador era feliz comiendo los pistilos de las calas en el jardín de mi casa. Caminé solo a los 13 meses, mi madre ya notando mi "espíritu andador".A los 4 años sucumbí a la difteria, mis más tiernos recuerdos son de "dolorosísimos" pinchazos  en mis glúteos, mientras 3 adultos me sujetaban en la cama. El tormento del suero equino anti diftérico duró 2 semanas pero el recuerdo, toda una vida. El consuelo fue que mi abuelo me llevó a las Termas de Jahuel a "convalecer" autorizándome a comer helados en todos los postres. La Guerra Mundial me afectó así directamente, pues no llegaron vacunas anti-diftéricas durante toda la conflagración. Mi padre pediatra me explicó muchos años más tarde, su pena por mi enfermedad, que normalmente pudiera haber sido prevenida.
A los 5 años, mis padres establecen una política de no retribuir golpes y escobazos que mi hermano menor Roberto me propinaba frecuentemente a escondidas de ellos. Esto cambió un día que mamá presenció como mi hermano se reía dándome garrotazos con un escobillón en la cabeza . De inmediato abolió la prohibitiva orden y Roberto lució un labio partido y un ojo en tinta por una semana. Nunca más se atrevió a violentarme  e incluso me defendió de una "matona" la Sara, en el Kindergarten del Dutton School. Toda la vida hemos sido unidos.
Desde los 8 a los 17 años pasé por el Grange School, donde aprendí la tolerancia de todas las etnias y religiones y me hice de amigos muy diversos. También aprendí Inglés, lo que me sirvió mucho en mi futuro médico y migratorio. Edité un pasquín "a roneo" llamado "La Estreya" con mis primeras caricaturas de profesores, lo cual me hizo popular entre los compañeros. También jugué Rugby, deporte algo violento. En un partido recibí un fuerte "charchazo" en el costado del abdomen que me impidió seguir jugando. El dolor en sitio de McBurney aumentó progresivamente y en 3 horas estaba en la Clínica Sta. María siendo aprontado para la Cirugía por una enfermerita muy joven y hermosa, que sin miramientos me cogió el pene y procedió a rasurar mi apenas hirsuto pubis. Yo rojo como tomate (tenía solo 14 años) no pude a pesar de mis esfuerzos, evitar la erección que creció en su mano. El Doctor Genaro Marín, amigo de mi padre me sacó el apéndice que había explotado por el trauma, causando peritonitis. 
Mi primer beso en la boca me lo dio una vecina en Isla Negra, sorprendiéndome mientras jugábamos a las escondidas. Se llamaba Blanca, teníamos 12 años pero ella al parecer contaba con más experiencia.
Mi primer beso de verdad, con lengua e intercambio abundante de feromonas sexuales, me lo dio mi primera polola, temuquense. Ambos veraneábamos en Concepción y con mis primas íbamos a muchos "bailoteos". Allí la conocí. Bajo los frondosos tilos de la plaza, paseamos tomados de la mano en la tardecita, pero en el cerro Caracol, ella me enseñó febrilmente todos los secretos que UN VIRGEN debe conocer, excepto el gran salto al vacío, que probablemente había reservado para su "pololo" formal en Temuco. Estuve profundamente enamorado de sus ojos verdes por 17 días.
Antes de entrar a la Universidad, asistí a Cursos de Verano en la Universidad de Concepción con el Maestro Acuarelista, Don Israel Roa Villagra. Sensacionalmente para un muchacho de 15 años el curso era de figura humana- desnudos de ejecución rápida en acuarela-. la modelo de don Israel, Dalila y que nosotros cariñosamente llamábamos Sansona era una mujer de unos 30 años, cuerpo atlético, senos grandiosos y curvas delectables que hubieran enloquecido a Rubens.
Yo que no había visto una mujer desnuda en la vida, comencé ese verano a apreciar la belleza de la figura humana. Aprendimos a dar volúmenes y sombras con una leve presión en el pincel, sin levantarlo del papel. Los desnudos del Curso los presenté en la exposición de Arte de fin de Año en el Colegio. La Exposición de ese 1958 fue todo un éxito, la más visitada en la historia del Colegio; los desnudos eso sí desaparecieron. Como consuelo me dieron el premio de arte.
En 1960 dí el Bachillerato con Patricio Ilabaca, Selma Rosselot y Sergio Stagno. Fueron mis primeros amigos y pronto se unieron Guillermina Steckel y Gastón Rivera y el Tano Casorzo.  Miguel Gasic era amigo desde el Grange, aunque terminó sus estudios secundarios en el Manuel de Salas. Todavía me acuerdo de los cumpleaños en su departamento.
Por suerte me admitieron en la Escuela de Medicina de la "U", pues no postulé a otra Carrera o Escuela. Claro que después  de unos meses haciendo disecciones en cadáveres, no estaba muy seguro que la carrera había sido tan buena idea. Medicina me gustó de frentón cuando comenzamos Semiología con enfermos en el Hospital Felix Búlnes. Allí me inauguré con mi primera Cirugía: Le saqué un quiste sebáceo del tamaño de un huevo de codorniz en la cabeza de un sufriente. Era enorme y con "raíces". Quedó tanto cuero cabelludo atrófico y sobrante que le hice una incisión almendrada y después no pude cerrar la sutura sin estirar tanto el cuero cabelludo, que el paciente en el control una semana después me manifestó: "Todo bien doctorcito si hasta me quitó  las patas de gallo alrededor de los ojos. Eso sí en los primeros días después de la operación me costaba dormir porque no podía cerrar los párpados!
Cuando podía pasaba visita a los Recién Nacidos con mi padre, Pionero de la Especialidad en el grupo de la Cátedra de Pediatría del Profesor Don Julio Meneghello. Ya le había tomado el gusto a la Pediatría y especialmente la naciente Neonatología.En Mayo de 1967, mi padre Luis Antonio Vera Caviedes, el primer Neonatólogo de Chile, me entregó el Diploma de Médico Cirujano. En esa época era la tradición de la facultad que estos diplomas eran entregados a sus hijos por padres médicos, y no el Decano de Medicina (Prof. Amador Neghme) como era habitual. Gran emoción de los dos.
Desde 1967 a 1971 general de zona en Colina, increíblemente rural en esos tiempos, sin parcelas elegantes, con asentamientos campesinos y un pueblo de 5000 habitantes. Aprendí muchísimo de Medicina real allí.
En 1969 me casé y tuve dos hijos con mi primera mujer, periodista chilena y en 1974 como ave migratoria, emprendí rumbo al Norte, anclando con una Beca de Neonatología en Georgetown University en Washington D.C.
Luego de completar los estudios me enteré que no era necesitado en Chile, había perdido mi puesto en la Facultad, por lo que no fue difícil aceptar la generosa oferta del Hospital de Alexandria para que creara un Servicio de Neonatología. Creo que esa ha sido la labor que más me ha dado satisfacciones, pues pude formar un equipo superior de profesionales que produjimos la mejor Unidad de Recién Nacidos en el Área de Washington.
Mi primer matrimonio se fue esfumando, casado como estaba con la Neonatología, y me divorcié en 1981, pero con custodia compartida de los hijos y algunos restos de respeto y cariño.
Cuando ya me creía soltero eterno, entró en mi vida Sybil, enfermera pediátrica, constituyéndose en mi centro,mi mejor amiga y el amor de mi vida, a quien debo la felicidad de estos últimos 30 años. Con ella llegaron adolescentes 2 hijos más, que afortunadamente han constituido un núcleo familiar sólido con los míos. Todos han formado sus familias, son profesionales aunque ninguno optó por la Medicina.Hoy ya retirado del ajetreo médico hace 7 años, tengo 7 nietos, de 2 a 12 años. Son nuestra alegría y chochera. Vivo tranquilo con mi Sybil, sobrellevando los achaques con paciencia, escuchando música clásica y folclórica y de vez en cuando practicando en nuestros instrumentos. Me dedico a pintar aunque con menos vitalidad y tomo muchas fotos. Jardineamos, nos levantamos y acostamos cuando queremos, vamos en ocasiones al cine y el teatro, aunque con Netflix en pantalla grande y de alta definición, se nos hace cada vez más difícil.
Mis días hoy son más pausados, miro más los detalles de la belleza natural que nos rodea. Soy más paciente, aprecio más el cariño familiar, los buenos libros que nunca tuve tiempo antes de leer.
Me siento completo recordando mi vida tan satisfactoria,  llena de recuerdos y sobretodo muy "vivida".
Un abrazo a todos
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