55 Años de Profesión

ULTIMO TRAMO
Ha sido un largo recorrido, lleno de maravillosas experiencias.
No dejemos que se pierdan en el camino.
Este Blog invita a cada uno de los compañeros de la Generación 1967 a contar su historia y compartirla con el resto.

26 agosto 2018

Recuerdos de Fernando Guijon Blanco


Ricardo Madrid:

Me enteré de la  triste noticia del fallecimiento de mi  querido amigo en un crucero por el rio Rhin  junto  a mis dos hijas días atrás. Solo ahora puedo hacer recuerdos de lo que fue  nuestra amistad.   Empezó cuando entré al Instituto Nacional a tercer año de Humanidades . Juntos sobrevivimos terrores docentes como el perro  Guzman de física, el inspector “Führer” Poblete, el negro de química cuyo  nombre se  me escapa  y el increíble caso del profe de historia  Clavería
Fernando, como todos sabían, era comunista pero de los buenos y pragmático hasta decir basta. No era fanático del partido como otros y aunque nunca lo discutimos, yo creo que abrazó la causa en honor a sus padres que o sufrieron directamente la tiranía de Franco o a través de otros miembros de la familia. Después del bachillerato y cuando publicaron la lista de admisión a la Escuela de Medicina no aparecíamos ninguno de los del Nacional. Después de sopesar la situación por un instante a Fernando se le ocurrió que tenia que haber un error porque R. Guiloff tampoco aparecía en la lista. Y justo entonces nos dimos cuenta que habían dos paginas y en la segunda estábamos todos!
La casa de los Guijon Blanco fue como un segundo hogar para mi y para los otros del grupo de estudio que incluía a Abusleme, al pato Vera y a Humberto Abarca. Nos habíamos agrupado para enfrentar los mas competitivos  y cortapescuezos 24 meses de nuestra carrera. Acuérdense no mas de lo que pasaba cuando olvidábamos traer el delantal blanco a los pasos prácticos de Química.
Al empezar el segundo año, tuve el honor, gracias a Fernando, de asistir a unas clases "particulares" con el Profesor Fernandez de Histología, ya retirado en esos tiempos. Sus lecciones teóricas y practicas, fueron decisivas para mi en mi subespecialización en Neuropatología durante mi residencia en Neurología en el hospital Salvador. Y para el gordo también pues adoptó la citología como subespecialidad en su carrera de Ginecología.  
Nos tocaron cátedras distintas en el tercer año después del sorteo que yo como delegado de curso presidí al final del segundo. Al gordo le toco el San Juan y a mi el JJ Aguirre. En el Aguirre estuve a punto de quedarme repitiendo en Cirugía gracias a la discriminación política de esos tiempos. Me salvó la intervención de Fernando que habló en mi favor con el titular de Traumatología, el Dr. Croquevielle.
La vida nos llevo por caminos distintos pero de algún modo nos mantuvimos en contacto. Cuando ocurrió el golpe, Fernando se refugió en Louisiana, USA por unos meses para saltar definitivamente a Winnipeg, Canada donde continuó exitosamente en su especialidad. Al tiempo de su retiro se traslado a Vancouver donde estuvo cerca de Jaime Paredes, el portador de la triste noticia de su fallecimiento. Discrepo un poco con la versión de Jaime que todo estaba bien. Ya en el 2017 Fernando decidió no asistir a la celebración del cincuentenario de nuestro curso de Medicina por un email que me mando' lo que contrastaba con las previas celebraciones a las que siempre asistió. Lamenté también no haberlo visto en Abril 2017 cuando viajé a Vancouver para asistir al congreso anual de la Academia de Neurología; me explicó que en esa fecha se embarcaban en un crucero por el Pacifico. Te vamos a echar mucho de menos, querido amigo y te recordaremos hasta el final. RM

Felipe Cabello:

Respecto de Fernando Guijón B, al igual que de Livio Casorzo S, tampoco puedo decir que fuera amigo de él, sin embargo, lo rememoro con gran afecto, especialmente por su bonhomía, buen humor y generosidad. Recuerdo, por ejemplo, como en contadas ocasiones fui testigo casual de que al tratar de pedirle a sus compañeros de partido que asistieran a las reuniones y que pagaran sus cuotas, intentaba adquirir un cierto aire de reproche y de severidad, que en mi opinión le era totalmente ajeno dado su bondad, y siempre me imagine que probablemente fracasaba en su objetivo, ya que presencie la misma situación repetidamente.  
Tuve un encuentro muy agradable con Fernando, probablemente el año 1989. en Ottawa, Canadá. Yo trabajaba en un laboratorio del gobierno canadiense y un amigo de otro laboratorio que era virólogo me dijo un día, mañana viene de Winnipeg uno de los expertos más respetados en Canadá, en citología cérvico uterina, en virus papiloma y en prevención del cáncer cérvico uterino y es de Chile. Le pregunté como se llamaba y me dijo Fernando Guijón y yo le dije al amigo, fue compañero mío; y al otro día me lo llevo a mí oficina y recuerdo que conversamos dos días seguidos por mas de dos horas cada vez, y creo tal vez comimos juntos una noche. Recuerdo de esas conversaciones, su gran conocimiento sobre virología y sus métodos moleculares que me impresionaron, ya que de virología estudiamos poco y nada en la escuela y era indudable que él había aprendido todo eso durante su práctica de ginecología y lo sabia aplicar muy bien a la clínica, lo cual hablaba excelentemente de su interés científico y clínico, reflejado muy bien en sus varias publicaciones al respecto.  La otra cosa que recuerdo fue que me conto riéndose, de sus increíbles aventuras en los EE. UU. después que salió de Chile el año 1973, ya que fue hostilizado e importunado por su pasado político, lo que lo obligo rápidamente después de algunos meses emigrar a Canadá con gran alivio de él y de su familia. Es indudable que, dado su trayectoria médica y su vida, lo que Chile y EE. UU. perdieron lo gano Canadá. Un placer y un orgullo haberlo conocido y que fuera estudiante de nuestra escuela y curso. FC


Luis F. Vera Sobrino 




Un comentario acerca del "Guatón" Guijón. En la escuela no fuimos amigos pero siempre lo encontré simpático y comunicativo. A pesar del dicho "Trumpista" -Comunista bueno es el comunista muerto- aquí se equivocó con el gordo..Era SUPER BUENO! Lo conocí mas fraternalmente en Washington, cuando venía a conferencias de colposcopía, incluso alojándose en mi casa, charlamos por horas de sus experiencias atendiendo para el Gobierno de Winnipeg a una población esquimal una vez cada 6 meses. Lo llevaban en un jet del gobierno con todo el equipo necesario (VIP) Creo que Fernando (excelente nombre) apreció cuidar de la salud de los grupos más desvalidos, También sucumbió a los chascarros del "PUTAMEN" tanto en la Escuela como en los largos años de nuestras reuniones. Lo eché de menos en nuestra Reunión de los 50, y a lo mejor Ricardo Madrid pudo mandarle un ejemplar de nuestro pasquín cuando supo que no venía. Figuraba Fernando destacado y joven en ese ejemplar dedicado a su "afición popular" de Yatista y el profesional más conocedor de vaginas en el mundo> Espero Fernando donde quiera que estés, no abandones tu encanto y buen humor. LFV

Nota: Creo que el negro de Química que a Fernando aterrorizaba en el Nacional se llamaba Augusto Santander,también nuestro terror en Química del Grange School!! A pesar que me nombró "jefe de clase en su laboratorio" me castigaba a mi si en los tests alguien eran deficiente. Siempre me decía que debía tener " mano blanda en guante de hierro!!!" Ja Ja Lucho

Pablo Sanhueza Luco:


Pequeña contribución a la memoria de Fernando Guijón.

                                                                                              El mejor modo de poseer es amar.
                                                                                                                                              El peor modo de amar es poseer.
                                                                                                                                                                                 José Saramago

La muerte de Fernando me ha causado mucha pena, una pena que no se aminora con el paso de los días. La siento tanto ahora como aquel día en que Alicia Tellez me dio la noticia. En esa ocasión sentí sorpresa y congoja, además de la pena. Aquellas han mermado, pero no ésta. Al constatar tal hecho y haber conversado hoy con Felipe Cabello, decidí que sí, que era apropiado compartir mis sentimientos con ustedes y, de paso, contarles un poco sobre mi visión de quien era Fernando.

En el pesar que siento hay un elemento de perplejidad: no puedo imaginar a Fernando muerto. Alguien que acarreaba consigo tanta vida, tanta vitalidad, tanta alegría por el mero hecho de ser, no puede ir y morirse, como dicen en nuestro país. Instintivamente me escabullo de la idea de que algo que se puede decir en una frase – se murió Fernando Guijón – pueda ser cierto. La pena, que por momentos hace que se me apriete la garganta, es una de nuestras emociones básicas cuya función evolutiva es hacernos conscientes de una pérdida importante, real o percibida. Si la pienso en términos objetivos, materiales, a Fernando lo perdí hace mucho tiempo ya que no nos habíamos visto en por lo menos diez años. Pero por ser él quien era, su presencia se había tornado para mi en algo atemporal, disociado también del espacio que nos separaba, en la medida nuestra relación estaba basada en el cariño y el afecto, mas que en la amistad o la relación profesional. Felizmente los sentimientos se rebelan al rigor de la cronología y así nos alegramos tanto por un recuerdo reciente como por uno que data de nuestra infancia. Del mismo modo, los miedos que nos puedan atormentar hoy por hoy son una réplica de aquellos miedos terribles que vivíamos cuando éramos niños. Así es como mi relación con Fernando se tornó en la acción y efecto de la alegría y entusiasmo con que vivimos o recordábamos todo aquello que habíamos compartido y seguíamos compartiendo.

Felizmente, compartimos muchas y diversas experiencias y realidades, con una constante que era nuestra postura humanista, mas fuerte que la visión científica del mundo que tuvimos que aprender para hacer nuestro trabajo profesional medianamente bien. Pero vamos al comienzo mismo de mi relación con Fernando. Comenzó en un momento preciso, si bien fue una experiencia unidireccional, en el sentido que yo lo vi a él pero él no se percató de mi existencia. Fue en el año 1958, en los prolegómenos de la elección presidencial. Fernando, alumno del Instituto Nacional; yo, del Manuel de Salas, coincidimos en en una demostración en apoyo a Salvador Allende que comenzó en la Plaza Baquedano. Siendo muy novato en tales experiencias, miraba en torno entre distraído e intimidado. Ahí no pude dejar de notar a un tipo fornido, alegre, en mangas de camisa, que gritaba a voz en cuello, una y otra vez: Jooooota joooota, para que los que lo rodeaban corearan: Ce, ce. Por una feliz coincidencia, el año siguiente ambos entramos al Conservatorio Nacional, Fernando a estudiar clarinete, yo violoncello, pero teníamos la clase de teoría y solfeo en común, dos tardes por semana. Las afinidades surgieron desde varios frentes. Si bien estudiábamos en colegios diferentes, Ana María, hermana de Fernando, estaba en un curso después del mío en el Manuel de Salas; nuestros padres se conocían y ambos, melómanos, estaban orgullosos de que sus hijos estudiaran música. Si bien la elección presidencial se había perdido, el Movimiento Popular, como se le llamaba, seguía en la lucha (término muy en voga en esa época). El triunfo de la revolución cubana, un acontecimiento que inspiró a Fernando, a mi y a miles y miles, vino a culminar nuestro acercamiento. A los dieciséis años todas esas experiencias crearon para ambos un marco casi mágico en el que se desenvolvían nuestras vidas.

A los pocos meses fuimos admitidos a la escuela de medicina. Fernando me acogió bajo su alero con sus amigos institutanos mas otros advenedizos, entre los cuales estaban, entre otros,  el Madrid, el Abarca, el chico Villa. Por la misma época surgió nuestra amistad entrañable con Alicia Tellez, quien encantaba, como la rosa del Principito, el pequeño planeta en que vivíamos y desde donde proyectábamos nuestros ideales de un mundo justo, respetuoso del prójimo, libre de opresión, generador de cultura e internacionalista.

Aquí mi relato da un brinco, por el cual se omiten experiencias, anécdotas e historias relacionadas con nuestro pasar por la Escuela de Medicina y la forma como nos fraguó a cada uno como individuo, para aterrizar en Toronto, Canadá, donde Fernando y yo nos reencontramos. Una vez mas lo que nos condujo uno al otro fue la música: un concierto de Roberto Bravo. A partir de entonces nos veíamos cuando Fernando tenía que hacer escala en Toronto en sus viajes desde o hacia Winnipeg. A veces pasábamos un día que en mi casa, otras, unas horas en el aeropuerto esperábamos su vuelo. La maravillosa calidad humana de Fernando, su creatividad, entusiasmo y capacidad de trabajo gestaron innumerables invitaciones de parte de los nuevos amigos que hacía en distintos países. El beneficio personal que yo obtenía de esa actividad incesante de Fernando eran los encuentros en sus escalas en Toronto. En esos momentos compartíamos penas y pesares al ver cómo la historia se había desarrollado de un modo tan diferente a como lo anhelábamos cuando nos conocimos. Del mismo modo, conversábamos sobre las tribulaciones enfrentadas en el duro camino que nos había tocado recorrer como emigrantes que buscaban establecerse como profesionales en ámbitos eminentemente hostiles, donde la educación y la ética que habíamos obtenido de la Escuela de Medicina fueron determinantes para alcanzar la meta.

No quiero omitir en este recuento un hecho notable en la vida de Fernando, que fue muy importante para muchos chilenos avecindados en Winnipeg: los años en que se desempeñó como cónsul honorario de Chile en esa ciudad, donde ayudó a gran número de chilenos renovando pasaporte, gestionando trámites, ofreciendo información, a veces pagando de su bolsillo los derechos consulares. La mayoría de estos trámites tenían un elemento de urgencia porque de acuerdo a nuestra cultura, se habían dejado para última hora. Fernando me contaba aspectos anecdóticos, muchos alegres, algunos difíciles, que eran parte de su quehacer. A través de mi amigo Alfredo Hurtado, cónsul general en Toronto, me enteré del rol excepcional que tuvo Fernando, que fue reconocido a todos los niveles del aparato burocrático del ministerio de relaciones exteriores. El cariño, la admiración, la emoción y el agradecimiento con que Alfredo se refería a Fernando eran muy emocionantes. Cada uno de esos relatos eran una puntada adicional en el tejido de mi relación con Fernando desde aquel lejano día de la plaza Baquedano.

A esta altura de mi relato me doy cuenta que no es pena la que me provoca la muerte de Fernando. Es una profunda emoción evocada por su recuerdo, emoción que quiero mantener viva en mí porque de ese modo él también vive. PSL

Samuel Torregrosa


 Estimado Cesar:esta foto es del 12 de Mayo  del 2012, creo que la última vez que el gordo vino a nuestra reunión en el hotel No aparece sonriendo pero es una espontánea mirada inquisitiva que todos recordaremos. Un abrazo Samy

Patricio Gayán


Si bien en la escuela de Medicina , por la coincidencia de la letra G estábamos en grupos cercanos en los primeros años de estudio , no puedo decir que fuera amigo de Fernando  en esos años .
Sin embargo , por nuestra especialidad  de Ginecología , la vida nos brindó la oportunidad de encontrarnos en múltiples ocasiones y en diferentes países , especialmente de Latino américa , donde estábamos invitados como integrantes de mesas redondas ,  conferencistas  , profesores de curso de congreso etc. , él en representación de Canadá y yo de nuestro querido país.
En todas aquellas oportunidades conversábamos hasta altas horas de la noche haciendo recuerdos de nuestra juventud  , de lo que había pasado en Chile en la década del 70 , su triste experiencia durante el golpe militar y su alejamiento del país y pasábamos las penas compartiendo experiencias que la vida nos había deparado durante nuestro ejercicio profesional  junto a nuestras familias  y amigos.Todo ello , desde luego , acompañado con una copa de buen vino chileno.
Cuando pienso en Fernando , hay tres imágenes que se me vienen a la memoria junto a un sentimiento de sincero cariño y alegría.
La primera es en la ciudad de Mendoza , República Argentina, no recuerdo el año , estando ambos invitados al Congreso Argentino de ese año, en la comida de clausura hacia el final, aparece en el escenario  el conjunto folklórico argentino "Los Fronterizos" , con su primera voz , que le daba la característica al conjunto ,el Negro López.  Fernando no lo podía creer , pues me comentaba que él  y su señora , eran fanáticos de la música de Los Fronterizos . Parecía un niño con un juguete nuevo .Cuando terminó la presentación , Fernando , eufórico,tomó una postal del conjunto que estaba en la mesa y  le pidió al Negro López que se la firmara para llevársela de regalo a su esposa y  para que le creyera que los había visto en vivo. Reía con real felicidad.
La segunda imagen es ver a Fernando entrando a mi casa , yo en ese tiempo vivía en El Arrayán , pues lo había invitado a comer dado que él había venido a Santiago invitado por alguien a hablar sobre  el tema en el cual era un verdadero erudito  y reconocido internacionalmente : patología cervical.
Después de saludarnos , preguntó por la hija menor sobre la cual le habíamos comentado en una reunión anterior que era una estudiosa de la vida de las ballenas y estaba , en aquel tiempo , pensando en dedicar la vida al  noble fin de la preservación de estos mamíferos. De aquella conversación ya había pasado un tiempo y sin embargo Fernando aún la recordaba y le traía de regalo una figura de una ballena traída de Canadá . Gesto de verdadero afecto y de un real amigo.
La tercera , es viajando en un ferry entre Dinamarca y el sur de Suecia , Malmö. Estábamos en Copenhague con motivo de un Congreso Mundial de la especialidad  y en la que Chile postulaba a ser sede de un Congreso Mundial  para comienzos del siglo XXl , sueño que no alcanzó a ver hecho realidad de mi querido Maestro , el Profesor Luis Tisné Brousse . Afortunadamente nuestra oferta ganó ese privilegio con la votación de los delegados de todos los países del mundo, lo cual era , de suyo, muy difícil pues competíamos contra Rio de Janeiro y Acapulco , dos ciudades internacionalmente muy conocidas. 
Un día que teníamos libre , nos fuimos con Fernando y mi señora a conocer Malmó  ( foto adjunta) y disfrutamos enormemente ese viaje . Fernando  disfrutaba plenamente de las cosas sencillas de la vida y era como un adolescente maravillándose con todo lo nuevo que veía. En aquella oportunidad conversamos sobre la posibilidad de volver a Chile después de su jubilación , lo cual veía poco probable ya que su familia había crecido en Canadá y todo su mundo estaba allá. De todos modos me hizo prometer que si volvía al  país  yo le diera algunas horas en el Servicio que yo dirigía , pues lo que más le gustaba era el servicio público. Gran y leal amigo , manteníamos un contacto  no muy frecuente , pero amistoso hasta que me acogí a jubilación. De ahí en adelante tuvimos escaso contacto  desgraciadamente , la última de ellas fue para felicitarme cuando fui nombrado Maestro de la Gineco-Obstetricia Latinoamericana el año 2011 y me comentó que estaba próximo a jubilar o que había jubilado recién.  

Fernando es de esos hombres buenos que nadie olvida con facilidad y su espíritu sigue viviendo entre nosotros hasta que nos juntemos nuevamente , quizás donde, a seguir conversando nuestra amistad. PGB

15 agosto 2018

Fernando Guijon Blanco

Esta es la última foto que le tomé a nuestro amigo y compañero, cuya bonhomía y alegría extrañaremos con tristeza. 
César Vera