GENERACIÓN 1967: junio 2012

10 junio 2012

Lázaro Wisnia: Crónicas de viaje: Jerusalem

Fue una experiencia muy especial y para mi muy importante, con su contenido histórico y espiritual y por supuesto arqueológico. Recorrí cada rincón, cada detalle, caminé mucho, 6-7 horas diarias. Quise abarcar toda la extensión de la ciudad recorriéndola no en un vehículo, pero palpando y sintiendo la ciudad con mis propios pies (¿de peregrino?) y quiero pensar que lo logré. Para estos efectos en mi mente dividí la Ciudad en segmentos arbitrarios y así poder incluirlo todo en mi exploración diaria. Esto tanto la parte de Jerusalem Occidental, predominantemente Judía -- como la Oriental, de predominio Árabe (Musulmán y Cristiano) y por supuesto lo que se conoce como la Ciudad Vieja, la ciudad amurallada.
Intente, con todo lo que había leído en un año, con anterioridad a mi viaje, llevar esos conocimientos teóricos, conocimiento de libros a la realidad. (Es inevitable que un buen conocimiento histórico es imprescindible, si uno quiere entender bien lo que esta por delante). En esos momentos, en que lo teórico se convertía --en cada lugar que visitaba y “descubría”-- en algo palpable, real, la experiencia sensorial y por qué no decirlo, exquisitamente emocional que me produjeron, fueron impagables. Pude logra un entendimiento bastante bueno de la geografía y los cambios de Jerusalem en las diferentes épocas de diferentes conquistadores. Aprendí a diferenciar por ejemplo, lo que fue por una parte la Jerusalem de Herodes el Grande en su máximo apogeo en la época del 2ndo Templo (66 CE) –inmediatamente antes de ser arrasada por los Romanos—y por otra parte la “Ciudad Antigua” con las murallas “mas recientes” de 1500,s de Solimán el Magnifico, como se ven hoy en día.

Para mi, el ejemplo sublime, y no estoy exagerando con este termino, fue la visión panorámica, como descorriendo el velo de la Historia misma, la impresionante vista de Jerusalem desde el Monte de los Olivos, que me dejo totalmente paralogizado en su belleza la primera que lo vi, me quede sin poder moverme. Examinando toda esa atracción visual y a la vez tremendamente espiritual, e intentar absorber en lo profundo de mí ser, lo que solamente podía hacerlo con la mirada, esa magia embrujadora que me dejó inmóvil por mucho rato. Tuve que hacer un esfuerzo casi físico para poder continuar a otros lugares presupuestados para ese día. Y me fue necesario antes de mi regreso, volver una segunda vez, y por más tiempo aun, para tratar de captar mejor aun con mi cerebro lógico y a la vez completar esa experiencia sensorial, casi sensual tan intensa que tampoco en esa segunda visita, no me permitía, como un gigantesco imán, moverme del lugar.

Y a pesar de todo el tiempo dedicado ¡cinco semanas a una sola ciudad! estoy seguro que quedan muchos rincones “secretos” que aun no logré cubrir. Pero tuve la satisfacción de actuar de “guía” para visitantes Israelíes, amigos y algunos familiares, que viven en otras ciudades del país y que se juntaron conmigo para “caminar por Jerusalem”. Sin pretender haberme convertido en un experto, pero uno nota cuando se transforma de visitante a supuesto “dueño de casa” y empieza a actuar de “guía de Jerusalem”. Y eso fue una sensación de satisfacción, de haber logrado una familiaridad con la Ciudad que siempre quise tener. Y esto fue un sueno personal cumplido.

Jerusalem para mi me dejó con una impresión de una ciudad hermosa y tremendamente compleja, con muchas capas de historia, religiones y conflictos en sus 3,000 anos plus de existencia. La riqueza cultural e histórica es enorme, prácticamente todas las civilizaciones del mundo están presentes en su evolución histórica, desde los Judíos, Babilonios y Romanos en la antigüedad y en la época Bíblica, hasta la época moderna de Turcos Otomanes y el Imperio Británico. Es difícil aprehender todo esto en una sola visita, por extendida que sea.
La riqueza casi sensual y la fascinación de cada lugar que el visitante va descubriendo es único. En mi opinión personal esto es mucho más que una simple aventura turística por ejemplo a Paris o Londres—que he visitado en varias ocasiones-- y que por muy tradicionales y a la vez modernas que sean, no despiertan las mismas reacciones y sensaciones turbulentas que genera Jerusalem. Es realmente una experiencia muy especial. En las próximas semanas y meses tratare de poner por escrito esa experiencia con algún detalle –incluyendo numerosas fotos y films--y compartirla con aquellos de Uds. que se interesen.
Un abrazo

Lázaro Wisnia